Un alto en el camino, una mirada a la blusa

Dice una amiga mía que es necesario pararse con cierta frecuencia a lo largo del camino de nuestra vida y reflexionar. No se trata de cuestionar, más bien se trata de re evaluar las decisiones que hemos tomado. Si se tratara de un outfit, la cuestión no sería pensar en el momento frente al armario del qué me pongo, sino en recordar las razones que nos hacen llevar esa blusa en ese momento. Probablemente, eso nos hará sentir muy bien.

Tenía muchas ganas de convertir esto en una alegoría, pero prefiero hablar desde dentro de mi blusa. Me resulta más cómodo, más fácil.

Mi blusa está hecha a mano, es una obra de artesanía finísima, hecha con la mejor materia prima, porque debo reconocer que mis motivos son buenos y que mi vida tiene mucho sentido.

Para mí lo más importante es ayudar a otros, es mi vocación y he conseguido dedicarme a ello. Por otra parte, tengo metas elevadas, sueños que poco a poco van tomando forma en la tierra. Es como si mi vocación fuera el tejido y mis sueños el estampado, siempre con pájaros, de esos que vuelan muy alto y en tonos primaverales.

Me dedico a mi vocación porque sé exactamente lo que se siente cuando la rutina y lo cotidiano ahogan tus inquietudes, porque he llorado al ver a otros que sí lo conseguían, y porque un día tuve en mis manos la oportunidad y lo que yo más quiero estuvo de acuerdo, no podía pedir más. Creí que esto de la vocación iba a durar poco, que me iba a desengañar… No es mentira, pero tampoco es verdad.

Muchas veces me veo desde dentro distorsionada, alguien que deambula, que no consigue nada con lo que hace. Pero yo no soy simplemente una blusa. Es llevarla lo que me hace feliz, no que me digan que la blusa es bonita o fea.

La blusa cumple su principal propósito: me viste, así como mi vocación manifiesta mis motivos y el poder ejercerla da sentido pleno a mi vida.

Poder llevarla es un logro. A veces hace demasiado frío o demasiado calor para ella, no siempre es fácil, no lo es.

Pero es la mejor decisión que pude tomar alguna vez.

El día que alguien alabe mi blusa… Le enseñaré a hacerse una.

Deja un comentario