«Los yogures caducan»

Tres palabras que te ponen en tu sitio.

Desde pequeña preparándote, nacida a principios de los ochenta, con la democracia, el tándem González- Guerra arrasando  y saludando por aquella ventana, nuestros tíos con aquellos imposibles pitillos que desafiaban la fertilidad del más pintado, luego las hombreras, los tupés, las manifestaciones contra el terrorismo en la tele, las manos blancas…

Crecimos teniendo como referentes a las mejores, cómo no acordarnos de la melena de Kelly Kapowsky, vimos Pretty Woman antes de lo debido en casa de alguna prima con madre distraída, crecimos a golpe de pasarela de las top…

¡Estamos acostumbradas a poder con todo! En el cole nos enseñaron a rezar, a coser, a bordar, ( ojo que el mío era público), en el instituto a decir lo que pensábamos, y nuestras familias dejaron que nos expresáramos, nos animaron a ser felices.

Estudiamos justo antes que todo el sistema educativo español se viniera abajo, dábamos latín de obligatoria, escribimos sin faltas de ortografía… ¡¡¡¡Dios mío, somos la generación más afortunada de todas!!!!

Comíamos comida casera, no abusábamos de los dulces, nuestra salud estaba a prueba de bomba…

Pero no del tiempo.

¿Dónde quedaron esas ferias en las que una se duchaba y se iba a trabajar un día tras otro? ¿Dónde quedaron esas jornadas maratonianas de trabajo trabajo casa amigos casa? ¿Dónde quedaron esos puentes con amigas hablando sin parar hasta las mil?

Si teníamos enfermedades desde la adolescencia, ¿por qué nos las dicen ahora? ¿Por qué no nos dolía antes?

Y arriba encontramos la respuesta del médico (premio Nobel,por cierto)

Caducada.

Un saludo para el doctor, y una pequeña observación: No soy un yogur.(Premio Nobel para mí también)

Podría caer en el topicazo de soy como el vino que mejoro con los años… Pero eso no es verdad. Como me preocupe mucho por un tema tengo que pedir cita en el fisio, eso no es ir a mejor precisamente.

Tengo revisiones, chequeos, analíticas rutinarias, analíticas extra, hago deporte, como sano, todo para estar casi igual que antes…Pero cuando me miro al espejo ya no tengo los complejos que tenía con veinte años, sonrío plenamente, me siento amada por mí y por los míos, y sé mucho más de mí misma y de otros de lo que nunca imaginé.

Reconozco los momentos en los que necesito buscar paz y estar sola, sé comunicarme, y ya no me cepillo los rizos intentando alisarme el pelo (me niego a subir fotos de aquella época).

Ya juego a favor de obra. No doctor, no soy un yogur cualquiera. Soy un Actimel.

Deja un comentario